“Llevamos cinco o seis años quejándonos del exceso de producción china, que ha roto todas las barreras”, aseguró Miranda en un encuentro con medios de comunicación. “Tenemos que competir con las mismas armas. En 2001, China sólo era el 3% de la producción mundial de acero y en 2015 superaba el 50%”.
La acerera celebra que al menos Bruselas está de su parte. Por un lado, la Unión Europea ya ha aplicado 37 medidas de defensa comercial contra las importaciones de acero, 16 de ellas contra China. Por otro, el Parlamento comunitario ha rechazado conceder a China el estatus de economía de mercado, lo que impediría poner en marcha nuevas medidas contra esa competencia desleal. “China ha provocado una reacción del Parlamento europeo que, en un 99%, votó en contra de concederle el estatus de economía de mercado”, recordó Miranda. La Comisión, mientras, aún está discutiendo si concedérselo.
Esa reacción adversa de Bruselas ya parece ser suficiente para que el ejecutivo chino cambie el paso y deje de pisar el acelerador en esta industria. “Está tomando medidas; por ejemplo, no está dando nuevas licencias para construir fábricas de acero y esperamos que, en su próximo Plan Quinquenal, que presentará en otoño, incluya planes concretos para reducir la sobreproducción”, auguró Miranda.
“A medio plazo, si el modelo económico chino va por ese camino, si Estados Unidos y Europa no le dan reconocimiento de economía de mercado, será positivo para todos, sobre todo para nuestra industria”, resumió. Las críticas de la compañía llegan pese a que Acerinox se ha librado de la máxima presión por enfocar su actividad al acero inoxidable y no el acero al carbono, una variedad donde la competencia con el gigante chino es aún mayor.
Acerinox no sólo ve el cielo despejado por el cambio de dirección de China, también por la recuperación económica en algunos de sus principales mercados (Norteamérica y Europa, principalmente) y por el rebote de los precios del níquel, que suponen el 60% del coste de sus productos. “Estamos a tope en todas nuestras fábricas, en 2016 vamos a tener récord de producción”, confió el consejero delegado del grupo, Bernardo Velázquez. “El níquel es clave porque, si baja, retrasa la entrada de pedidos y si sube acelera el dinamismo del negocio”. Un alza de precios que se repercute en sus precios de venta y, con eso, tira al alza de su rentabilidad.
Pero también hay un temor: “la volatilidad”, asumió Miranda. “Salvo que se nos caiga el mundo, la tendencia es positiva para los resultados de este año”. Cambiará así la evolución respecto al primer trimestre de 2016, que cerró con unos números rojos de 8 millones de euros y una caída de la facturación del 16% (ingresó 953 millones de euros), afectada por el precio del níquel que, ya en marzo, se ha estabilizado.
En cuanto a su mercado doméstico, Miranda asume que le preocupa “la situación económica como a toda empresa española; todas las opciones políticas son legítimas pero lo que pedimos es estabilidad política y económica”.
“Somos la economía que más crece de Europa y no podemos bajar la guardia, aún tenemos un elevado número de parados y una elevada deuda sobre el PIB y gestionarlo sólo se consigue con crecimiento. La economía tiene que seguir funcionando, si no es así no resolveremos los problemas”, resumió.
En España, uno de sus focos de inversión será su planta de Campo de Gibraltar, a la que va a destinar 140 millones de euros. Mientras, a su factoría de North American Stainless, en Kentucky (Estados Unidos) dedicará 116 millones para aumentar sus producción en un 10%. Apuesta por ambas instalaciones después de congelar sus inversiones en la fábrica de Bahru Stainless, en Malasia, hasta que la condiciones «sean más favorables», afirmó Velázquez.
Este proyecto iba a conllevar, en conjunto, más de 1.300 millones de dólares, de los que ya ha destinado la mitad y congelará el resto. «Faltarían las fases tres y cuatro, que hemos parado por criterios de responsabilidad», aseguró el consejero delegado, que no no puso fecha a retomar el proyecto hasta que «las condiciones del mercado asiático y de cuándo nos parezca que justifica doblar la inversión».
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