La banca acreedora de Celsa ha puesto en manos de KPMG la revisión del plan industrial y de negocio de la compañía siderúrgica para los próximos cinco años, según ha confirmado la empresa catalana.
El plan 2016-2021 de Celsa es el documento a partir del cual la compañía presidida por Francesc Rubiralta y las entidades acreedoras negociarán durante los próximos meses la refinanciación de la deuda de la siderúrgica, que asciende a 2.700 millones de euros.
KPMG -que se habría impuesto en el proceso de selección a PwC, EY y Deloitte y a consultoras más especializadas, como FTI- tiene tres meses para revisar el plan de futuro de Celsa y entregar sus conclusiones a la banca acreedora, que está liderada por CaixaBank, Santander, BBVA, Sabadell, Bankia, Popular y Abanca.
Según fuentes cercanas a Celsa, el plan, que no incluye desinversiones, coloca al grupo a cinco años vista con una deuda sostenible y prevé que siga siendo al cien por cien propiedad de la familia Rubiralta. Como nuevo proyecto industrial, la compañía propone la construcción de una planta de laminación junto a su acería de Bayona (Francia), con una inversión de hasta 60 millones de euros (ver EXPANSIÓN del 14 de abril).
Celsa registró el pasado año una cifra de negocio consolidada de 3.600 millones de euros, un 7,7% menos que en 2014. Con plantas en seis países, el grupo está especializado en fabricar acero a partir de chatarra mediante el uso de hornos eléctricos.
Cumpliendo con el calendario fijado en 2013, Celsa ha devuelto este mes deuda por 37 millones de euros. Pero, en diciembre de 2017, debería pagar 600 millones de euros. De ahí que el grupo y la banca acreedora decidieran en febrero sentarse a negociar con margen de tiempo suficiente.
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